domingo, 20 de septiembre de 2015

¿Puede durar el amor?

Psicologa Mabel Guillén
Mg. en Terapia Familiar  
Es la interrogante que todos los amantes se plantean una y otra vez. Ha sido tema de estudios y discusiones a lo largo de la historia.  Es también el título de un libro escrito en el año 2001 por el psicoanalista Steve Mitchel,  que desató polémica en el mundo académico e intelectual.  
Con el correr del tiempo la relación se convierte en algo rutinario, matizado por ofensas,  dificultades en la comunicación, silencios, dolor y en un alto porcentaje conduce a la ruptura.  Quienes permanecen juntos, dicen algunos, lo hacen por motivos económicos, religiosos, por los hijos, por que tienen una dependencia emocional y psicológica que raya lo patológico,  sumándose muchos otros motivos, menos porque se aman.  
¿Pero realmente puede durar el amor?  ¿Es posible que parejas que permanecen juntas diez, veinte, treinta o mas años tengan la posibilidad de experimentar su relación con pasión y romanticismo? 
Quienes logran vivir el amor y sobrevivir a los problemas y inherentes a toda relación, es porque toman la decisión de amar cada día a la misma persona, que cambia con el tiempo, tanto física como emocionalmente.  
Para experimentar el amor en toda su plenitud hay que tener en cuenta que la forma de amar cambia en el transcurso del tiempo.  Este sentimiento, frágil al principio, se consolida en la medida que el compromiso, la responsabilidad y el respeto mutuos se arraigan con mas fuerza decidiendo racional, inteligente y voluntariamente amar. 
La pareja que pretenda que su relación de largo tiempo esté impregnada, no solo de la ternura y el cariño que los años producen, sino también de  amor, de romance y pasión, debe aceptar que habrán momentos de desilusión, de diferencias de opiniones, discusiones, de ofensas, de querer decir “hasta aquí llego, ya no te aguanto mas”, por lo que el perdón tiene un papel fundamental.  También debe entender que los intereses van cambiando con el transcurso de la relación.  El trabajo, la crianza de los hijos, aspectos económicos, la salud que con la edad se vuelve mas frágil, las crisis normativas de cada etapa y las no normativas son factores que implican una reorganización en la pareja y redistribución en el foco de atención.  Esto hace necesaria la disposición a aceptar al otro sin intentar cambiarlo “a la pinta” de uno y al mismo tiempo aceptarlo con  los cambios tanto físicos, cognitivos y emocionales .

Valorarse y sostenerse mutuamente; apoyar al crecimiento personal; celebrar los logros, sin competir; generar complicidad y espacios para realizar actividades que les gusta y une; encantarse descubriendo nuevas facetas del otro y emocionarse redescubriendo la pasión y sensaciones muy presentes al principio de la relación; buscar lo nuevo y diferente al mismo tiempo en el amor y en la vida sexual, son algunos pocos de los muchísimos aspectos que ayudan a estar enamorado de la misma persona durante toda la vida.   Decir “estas a mi lado a pesar de todo y me amas y te amo y quiero seguir a tu lado” es un desafío que vale la pena vivir.

Mabel Guillén Psicologa Clínica. Magister en Terapia Familiar

Cuando el deseo sexual no está presente en la pareja, aunque esta diga que hay mucho amor, es un indicador de que algo está pasando. Decir que la falta de deseo sexual es  normal luego de un tiempo, o en algunas etapas de la relación de pareja, es erróneo. Lo que sí ocurre y es normal, que  la respuesta sexual cambie a través del tiempo, pero en todo momento, es esperable, deseable y necesaria una vida sexual placentera para ambos.  El placer en esta área mejora la calidad de vida de las personas en lo laboral, social, familiar y afectivo.

La falta de deseo implica poco interés en lo sexual,  manifestada en dificultades para tomar la iniciativa en el área sexual o para responder a las demandas de la pareja.  La literatura especializada la llama deseo sexual hipoactivo, (siempre que no sea debido a alguna problemática de adicción o médica).  Puede ser primario, cuando el desinterés sexual o su disminución, siempre estuvo presente en la persona.  Es secundario cuando este disminuyó o desapareció con el tiempo, luego de haber estado.  Existe una tercera clase de deseo hipoactivo, llamada situacional, es decir, cuando el desinterés está relacionado únicamente hacia su pareja.  Actualmente existe un aumento de falta de deseo en los hombres, contrariamente a lo que ocurría antes, en que  mayoritariamente eran las mujeres quienes presentaban dicha problemática y consultaban por lo mismo.
Antiguamente las relaciones sexuales en el contexto de una relación de pareja estable, se relacionaban fundamentalmente con la reproducción, dejando de lado la pasión y el deseo, sobre todo en la mujer, siendo impuesto.  Ante esto, las parejas no consultaban por falta de deseo.  La pasión sexual se centraba en el varón y generalmente, fuera del contexto de pareja.  La esposa para los hijos y la amante para la pasión.  
En la actualidad el amor romántico y por tanto, el acto sexual forman parte y son plenamente aceptados como parte del deseo y placer y no solo para la reproducción.  Este cambio de mirada hace pone a la vida sexual como un derecho para ser vivido en libertad, asociados al amor y al placer, no como una obligación de la mujer hacia el hombre (o en algunos pocos casos, del hombre hacia la mujer).  
Ante lo expuesto, ¿Qué pasa entonces?  ¿Porque la falta de deseo, cuando por fin es aceptado para vivirlo plenamente?  
Hay varias explicaciones, entre ellas el estrés laboral.  Se trabaja más, y para poder trabajar o mantener el trabajo hay que capacitarse.  El cansancio, la crianza de los hijos en sus diferentes etapas tienen sus propios desafíos y también estresores.  La autoexigencia por “cumplir” como en las películas, las expectativas idealizadas, la rutina.  Sentimientos de poca cercanía, de no sentirse amado, de baja autoestima, o de autovaloración en uno o ambos.  Dificultades en la comunicación; peleas; falta de tiempo para estar solos.
 Esta lista puede extenderse, pero en lugar de eso, nos centraremos en algunas sugerencias para que el deseo vuelva a formar parte en una relación estable, siempre que las causas no sean por enfermedad, hormonales o por adicciones. En primer lugar, hay que descartar factores médicos, si existen factores psicológicos y relacionales involucrados, acudir a un profesional para iniciar una psicoterapia.
Algunas sugerencias para prevenir la falta de deseo o para incrementarlo
Mantener cierta dosis de misterio e incertidumbre en la pareja (sea el tiempo que estén juntos).  Tener algo novedoso, no perder la capacidad de sorprenderse con lo que hace el otro.  
Planificar espacios de encuentros no sexuales, de conversación íntima.  Generar proyectos, descubrir cada día la capacidad de soñar, de disfrutar juntos.
Salir solos sin los hijos, una o dos veces al mes (si es posible más veces, mejor); practicar algún deporte (si les gusta a ambos), tomar clases de baile.  
Desmitificar que el hombre siempre tiene que estar dispuesto y que la mujer por ser más audaz sexualmente inhibe a su pareja.  
Dialogar sobre lo que les gusta a ambos y sobre lo que no les gusta

Utilizar la creatividad

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